4 de diciembre 2018 - 00:01

Promesa a Xi Jinping: Condor Cliff y Atucha

El swap por u$s19.000 millones cerrado el domingo con China en Buenos Aires tendrá su contrapartida. Se le prometió a la delegación de Xi Jinping que las dos principales obras que empresas chinas tienen proyectadas en Argentina se definirán antes de marzo. Son la represa Condor Cliff-La Barrancosa (sin Electroingeniería como socio local) y la central nuclear de Atucha III. El financiamiento será 100% de capitales chinos.

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El Gobierno le hizo a Xi Jinping dos promesas concretas, respondiendo a las mayores inquietudes de China en el país. Las dos principales obras que los orientales tienen en la Argentina, la represa Condor Cliff-La Barrancosa y la futura central nuclear Atucha III, se definirán positivamente en el primer trimestre del año próximo. Mauricio Macri avaló la resolución de los proyectos y sólo es ahora cuestión de tiempo destrabarlos definitivamente. Si algo faltaba para que se concretaran, el acuerdo por la ampliación del swap por un total de u$s19.000 millones cerrado el domingo pasado fue suficiente prueba de fe desde China como para que los proyectos tengan vida propia. La necesidad de obra pública por parte del Gobierno nacional mirando las elecciones de 2019 y la obligación de acelerar gestos con Xi Jinping luego de la ayuda financiera aprobada aceleraron las decisiones políticas. En el caso del proyecto Condor Cliff-La Barrancosa, sólo queda un detalle por solucionar: eliminar del listado de socio local Chino a Electroingeniería, y reemplazarlo por otra compañía constructora de capitales argentinos. En el caso de la central nuclear, se buscará el momento para hacer el anuncio, sin que éste genere suspicacias internacionales. Tanto para el proyecto de las represas como para la central nuclear hay un compromiso desde China hacia los argentinos: los trabajadores serán todos locales (o al menos no ciudadanos chinos), lo que llevó tranquilidad a las huestes de la UOCRA.

El Complejo Condor Cliff-La Barrancosa ya comenzó, aunque de manera muy tenue y sólo para que la obra no se paralice pese al año de demora que ya tiene el proyecto. La última novedad importante había sido de marketing político: en 2017 se le había quitado el nombre de Néstor Kirchner-Jorge Cepernic, para continuar con su denominación histórica. Antes, el Gobierno de Mauricio Macri cerró una investigación sobre el impacto ecológico, asegurando que, más allá de algunos recaudos, no hay mayores problemas de convivencia con la flora y fauna locales. Esto pese a la promesa que originalmente se les había hecho a ambientalistas internacionales sobre la imposibilidad de avalar semejante obra. Sin embargo, en los últimos tiempos el proyecto quedó trabado por el estallido en la Argentina de la causa de los cuadernos y la aparición de Gerardo Ferreyra, vicepresidente de Electroingeniería, dentro de la causa de los “cuadernos” y por la que quedó privado de su libertad. La decisión política de Mauricio Macri fue que semejante obra, que implica una inversión de u$s4.316 millones de dólares, no puede ser ejecutada por esa compañía y que los chinos debían buscarse un nuevo partner local. La situación quedó en un limbo hasta el encuentro del fin de semana con Xi Jinping, donde los funcionarios del visitante asintieron al reclamo del Gobierno argentino y se comprometieron a aceptar un nuevo socio local. Comenzará ahora, y en tiempo de descuento, el casting para rearmar la sociedad con la china Gezhouba, y el andamiaje judicial para que la reformulación de la nueva compañía constructora no sufra trabas en Comodoro Py. No será fácil. Encontrar un nuevo socio que pueda mostrar quilates éticos suficientes para acompañar a los chinos, y que no estén acompañando a Ferreyra en el listado del juez Claudio Bonadio demandará mucha logística investigadora. De hecho, el grupo que quedó en segundo lugar en aquella licitación de abril de 2013, donde en el segundo lugar (pese a haber presentado la oferta más barata) fue el curioso grupo que habían formado para la ocasión la también china Sinohydro con Iecsa en ese entonces de la familia Caputo, Chediak, Esuco de Carlos Wagner y Austral Construcciones de Lázaro Báez, todas empresas implicadas en la misma causa de los Cuadernos acompañando en cartel a Electroingeniería. La sociedad aún está formada porque posee el 56% de Represas Patagónicas, frente a 34% que tiene la empresa que dirige Gerardo Ferreyra y 10% de la mendocina Hidrocuyo. La tarea sucia de eyectar a Electroingeniería quedará en manos de Gezhouba, que deberá buscar nuevo socio, comprarles las acciones en propiedad de la compañía de los Ferreya, rearmar la sociedad y presentar nuevamente las cartas credenciales a Macri. Gezhouba tiene sus argumentos. Hoy por hoy, el 100% de los dólares son aportados por los chinos. Todo antes de marzo.

El otro proyecto que se destrabó en Buenos Aires, y que también será presentado en sociedad en el primer trimestre del próximo año, es la construcción de una central nuclear del tipo Power Hualong, sistema de agua liviana y uranio enriquecido, que los chinos construirán y financiarán integralmente con 8 años de gracia para pagarla en Lima junto a las dos Atucha. Será el proyecto bautizado Atucha III, una idea que generó ciertas inquietudes desde los Estados Unidos y que Macri se encargó de explicar durante su presentación ante Donald Trump. Para China, ese negocio es clave: será la primera exportación de ese tipo fuera de su territorio. Hay un tercer interesado en acelerar este acuerdo: el Gobierno de María Eugenia Vidal, ávido de noticias sobre obras públicas para anunciar durante el electoral 2019.

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