CUENTOS DE LA PANDEMIA XIII: Despertarse cada mañana y preguntarse: ¿qué día es hoy?

Rituales personales para transcurrir el aislamiento. Qué le dijo el Zorro a "El Principito"; Qué le reclamó.

CUENTOS DE LA PANDEMIA XIII: Despertarse cada mañana y preguntarse: ¿qué día es hoy? (Ilustración Susana Pastrana IG: susypastrana17)

CUENTOS DE LA PANDEMIA XIII: Despertarse cada mañana y preguntarse: ¿qué día es hoy? (Ilustración Susana Pastrana IG: susypastrana17)

CUENTOS DE LA PANDEMIA es una sección de Ambito.com donde se publican cuentos breves, historias, relatos, crónicas o ensayos de ficción, vinculados a la pandemia del coronavirus Covid-19.

Despertarse cada mañana y preguntarse: ¿qué día es hoy? Despegarse apenas de ese continuo en el que se ha convertido el tiempo, encontrar un hito, una señal que diferencie este día del anterior. Anclarse en un hoy, un presente que nos tranquilice, que nos recuerde dónde estamos, cuándo estamos, quiénes somos en este transcurrir indiferenciado, en esta rueda infinita del tiempo circular. Nos internamos en el futuro a un compás de presente, presente que ya es pasado, parte del ayer, del año, del siglo, de los años luz. El continuo del que solo ahora tomamos conciencia.

El Zorro dice a “El Principito”:

Si tú vienes en cualquier momento, no sabré nunca cuándo vestirme el corazón"

El Zorro reclama un ritual, un tiempo, algo que le permita ubicar sus deseos y expectativas en el marco del vínculo. Los rituales personales pueden organizar o influir en las vidas de otros, en el tiempo de los otros, en sus expectativas, en sus sentimientos. Y de hecho lo hacen. Y más aún en los propios.

Son como un signo en un texto, una coma, un punto, dan ritmo. En un sentido simplifican el tiempo, lo liberan, y eventualmente dan cabida a la entrada de un tiempo que transcurre sobre o en ese mismo tiempo. Como ocurre con algunos rituales que permiten mientras los cumplís, estar pensando o resolviendo otros temas, preparar el mate y pensar en la inmortalidad del cangrejo.

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La mirada volcada hacia el Ser, hacia ese centro de calma, nos permite gozar de ese tiempo indefinido, de esa regularidad en el transcurrir convertidos en un ritual cotidiano.

Los otros signos, los puntos suspensivos, los de interrogación y los de admiración, son los que dejan abierta la entrada a los cambios, a la búsqueda, a la inquietud, a la sorpresa. Son los que desorganizan el tiempo, lo sacuden, pero son parte de un texto que los contiene, texto en el sentido de vida. Y tal vez ese espacio es más amplio y más fructífero si se instala sobre el ritual.

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Este artículo forma parte de la iniciativa “Escribir Alivia”, de Lili Ochoa De la Fuente. ¿De qué se trata? En su charla “Cerebro, corazón, pulmón y escritura”, Lili te Cuenta cómo la escritura alivia. Te invita a probar y a enviarle lo que escribas a [email protected]

Para leer más Cuentos de la Pandemia:

CUENTOS DE LA PANDEMIA I: "Clase a distancia en cuarentena"

CUENTOS DE LA PANDEMIA II: "La Rabia"

CUENTOS DE LA PANDEMIA III: "Qué día es hoy"

CUENTOS DE LA PANDEMIA IV: "Retorcijones"

CUENTOS DE LA PANDEMIA V: "La casa de los sordos"

CUENTOS DE LA PANDEMIA VI: "El amante pandémico"

CUENTOS DE LA PANDEMIA VII: "WENYI"

CUENTOS DE LA PANDEMIA VIII: "La tormenta"

CUENTOS DE LA PANDEMIA IX: "Olivia tiene miedo a salir"

CUENTOS DE LA PANDEMIA X: "La selva que hay en mí"

CUENTOS DE LA PANDEMIA XI: "Como luciérnagas en el pulmón de manzana"

CUENTOS DE LA PANDEMIA XII: "Una excursión al mundo exterior"

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