21 de noviembre 2019 - 00:00

Manini Ríos (el Bolsonaro uruguayo), un aliado incómodo pero clave para Lacalle Pou

Fue jefe del Ejército hasta que lo destituyó Tabaré Vázquez. En caso de que la oposición triunfe, su aporte también será fundamental para la conformación de una mayoría en el Parlamento.

DURO. Guido Manini Ríos es el último emergente de las ideas políticas ubicadas más a la derecha en la región. Sacó más del 11% en la primera vuelta uruguaya y fue sorpresa.

DURO. Guido Manini Ríos es el último emergente de las ideas políticas ubicadas más a la derecha en la región. Sacó más del 11% en la primera vuelta uruguaya y fue sorpresa.

El ascenso del exjefe del Ejército Nacional, Guido Manini Rìos, en la vida pública uruguaya ha sido meteórica. En un país con un electorado por lo general predecible y tras siete meses de campaña acaparó un 11,06% de los votos en la primera vuelta con un discurso ultraconservador por el que le ha valido el apodo del “Bolsonaro” oriental. Quien fue destituido en marzo pasado por el presidente Tabaré Vázquez por haber reivindicado a la dictadura militar, es el actual líder del Partido Cabildo Abierto (CA), que con sus once diputados y tres senadores, le otorgará a Luis Lacalle Pou la llave de la mayoría absoluta en el Congreso si, tal como anticipan los sondeos, se impone en el balotaje del próximo domingo.

Los comicios celebrados hace un mes mostraron la fragmentación del voto y una notable inclinación a la derecha. Mientras que el oficialista Daniel Martínez del Frente Amplio (FA) obtuvo el 39,03% de los sufragios, los partidos Nacional (28,65%), Colorado (12,34%), CA (11,06%), Independiente (0,97%) y el Partido de la Gente (1,08%), sumaron más de la mitad del padrón. Los resultados colocaron a Lacalle Pou como un favorito entre los liberales, pero no por eso menos vulnerable.

Aunque el abogado de 46 años ya contaba con el respaldo tácito de los colorados para la segunda vuelta, necesitó robustecer su liderazgo con el soporte de sus competidores. Fomentó así la alianza “multicolor”, que aúna a los cinco candidatos bajo un programa de trabajo llamado “compromiso por el país” y que establece, entre varios puntos, una mayor apertura económica y el endurecimiento de penas contra la criminalidad. Los representantes de las cinco agrupaciones se mostraron juntos a principios de noviembre, pero ha sido Manini Ríos quien más actos de campaña ha encabezado por el interior para transferir sus respaldos al postulante blanco.

El domingo pasado, en un mitin en Paysandú, lamentó que las fechas patrias no se celebren como se debe, con toda la pompa castrense que antaño solía desplegarse. En el mismo acto apuntó contra la izquierda “caviar” que no hace nada por los pobres y la “otra izquierda más negativa” que ya no promueve la guerra del “obrero contra el patrón”, sino de “mujer contra marido y los hijos”, en relación a los movimientos feministas y los defensores de la comunidad LGBTQ+. Manini Ríos sigue enarbolando sus propias banderas para apoyar un candidato que no coincide con esas posturas.

A la fecha, el candidato del CA es indagado por la Justicia por haber ocultado, cuando se desempeñaba como comandante en jefe del Ejército, información al Gobierno sobre la desaparición en 1973 de un integrante de la guerrilla del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros. Por este caso y luego de que objetara la actuación de la justicia, Vázquez lo corrió de su cargo.

“Su entrada a la coalición opositora se ‘naturalizó’, sin la advertencia sobre ciertos vectores extremistas de sus propuestas”, advierte Gerardo Caetano, historiador y politólogo uruguayo, en una entrevista con Ámbito Financiero. La derecha más dura de los partidos tradicionales integra sus filas, sus miembros forman parte de la “familia militar”, es decir, funcionarios que han tenido un vínculo directo con el Ejército y se siente atacado por las políticas frenteamplistas.

La figura de Manini Rìos convoca “a una población de sectores populares propicios para aceptar la interpelación de un liderazgo mesiánico que propone una arcadia regresiva: el retorno de la autoridad, el ‘fin del relajo’ de la nueva agenda de derechos, el fin del ‘recreo al malandraje’, el no repudio a la dictadura y al terrorismo de Estado aunado a la necesidad de ‘dar vuelta la página’”, enfatiza Caetano.

Con esta posición coincide Daniel Chasquetti, profesor titular del Departamento de Ciencia Política de la Universidad de la República. “Hay una influencia muy fuerte de Jair Bolsonaro. De hecho, la votación del Cabildo Abierto ha sido muy alta en regiones que comparten frontera con Brasil. Desde ahora va a ser un actor relevante de la política”, afirmó en conversación en este diario.

Y un conflicto ya se vislumbra: uno de los problemas que debe atacar el próximo gobierno es la reducción del déficit fiscal (4,9%) y la reforma de la caja militar resuena como una de las medidas en la lista ya que las jubilaciones castrenses se llevan un punto del PBI. En la “coalición multicolor”, Manini ya es árbitro.

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