10 de febrero 2020 - 20:31

Andrej Martin, el tenista que es su propio entrenador y juega para ayudar

Andrej Martin durante el Córdoba Open. 

Andrej Martin durante el Córdoba Open. 

Alejandro del Bosco/Cordoba Open

Una de las características principales del tenis, se suele decir, es que es un deporte individual y solitario. Si no es una de las grandes estrellas, el jugador normalmente está lejos de sus seres queridos y, como mucho, viaja acompañado de su entrenador y algún otro asistente. Peor aún es cuando ni siquiera cuenta con un equipo de trabajo, como el eslovaco Andrej Martin, que es su propio coach, anota todos sus pensamientos y le pide a sus amigos que lo ayuden.

Nacido en Bratislava en 1989, el actual número 93 del mundo llegó al Argentina Open tras ser semifinalista en Córdoba. Cuestión poco frecuente en un tenista de su país, prefiere las canchas lentas y especialmente en Sudamérica, en detrimento de la gira bajo techo de Europa.

“Me gusta más jugar al aire libre que indoors, donde suele haber pocas canchas para entrenar y no se puede organizar bien porque hay muchos jugadores, las cosas no salen como uno lo espera. Aquí hay muchos courts, se puede preparar mejor los partidos”, le cuenta Martin a Ámbito.

A penas pisó suelo porteño tras su viaje de Córdoba, llegó al Buenos Aires Lawn Tennis Court para conocer el tradicional predio de Palermo. Casi sin descanso, porque, asegura, su estilo “es mejor con el ritmo”. La semana anterior había llegado a semis en el Challenger de Punta del Este.

“Estoy feliz, fue duro, pero jugué bien algunos partidos. Fue como lo esperaba. Hacer dos semifinales es un buen resultado”, confiesa en tono tranquilo.

Cuando el checo Jan Hernych dejó de ser su entrenador, Martin nunca imaginó que dos años después continuaría surcando el mundo solo, sin un coach que lo asista. “No es lo ideal, pero desde entonces creo que he mejorado bastante, empecé a pensar más en mi tenis y hasta en otras cosas”, argumenta.

Hoy el eslovaco se iguala con el gerente de su propia empresa, todo pasa por él. Según sus propios dichos, “tomé la responsabilidad más que nunca y eso me ayudó”. Pero no es fácil jugar al tenis y manejarse todo solo. La clave, afirma, está en sus amigos.

“Alguno siempre está conmigo, me ayuda con las rutinas, me apoya, entrena conmigo, me da sus opiniones. Es muy importante para mí ese trabajo”, detalla Martin, que de chico llegó a realizar cinco deportes y terminó optando por el de las raquetas ya que su mayor grupo de amistades lo practicaba.

¿Cómo hace un deportista que intenta resaltar en la elite para moverse solo, organizarse y mejorar? La solución para el finalista de Umag 2016 fue tomar notas. Todo cuanto necesite registrar, que le resulte importante o se cuestione, termina en un cuaderno. Incluso durante un partido.

“Los humanos tenemos la tendencia a olvidarnos cosas, entonces las escribo cuando es importante para después verlas en las prácticas. Los partidos se ponen emocionales, hay muchas cosas en la cabeza y no puedo poner el foco en todo”, revela. Asegura que nunca mostró sus notas, aunque tampoco se lo pidieron. Tal vez, en un futuro, de allí pueda surgir un libro sobre su sistema de entrenamiento ya que “no son muchos los jugadores que hacen esto”.

El hecho de estar solo con sus golpes y tácticas lo convirtió en un deportista más reflexivo e introspectivo, aunque no se define como “filosófico”. Entre tantas prácticas, raquetas y rutinas, sus cuestionamientos llegaron a preguntarse para qué jugar al tenis. Y la respuesta fue para poder ayudar a otros.

“Me puse en contacto con diferentes organizaciones de mi ciudad y comencé a ayudarlos”, destaca. Así llegó a colaborar con una fundación de asistencia a chicos autistas. La forma de llamar la atención del público está ligada a un ícono de la enfermedad: las medias, que son de colores, llamativas o con animales, muchas veces con perros.

“Un símbolo del autismo es usar medias diferentes. La gente no usa medias distintas, piensa que es cool y así se entera del significado detrás de esto. Desde mi lugar, los aficionados lo ven y comienzan a preguntarme para qué es, si pueden compartir la historia, se va creando conciencia”, puntualiza.

El nacido en Bratislava no reconoce tener una tendencia filosófica, pero sí que intenta buscar el sentido oculto de las cosas. Desde esa perspectiva explica porqué juega al tenis: “La razón es para hacerme más conocido e involucrarme más en cuestiones como la del autismo, ayudar”.

Martin habla pausado, tranquilo. Quizás el clima ayuda a forjar la personalidad, o quizás sea producto de su atípico estilo. Parece tener todo calculado, analizado y estipulado. Así se maneja en el tenis, solo pero equilibrado. Y mientras, piensa. En cómo seguir mejorando como deportista y también en ayudar a otros.

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